miércoles, 20 de mayo de 2009

LA BRUJA BERLINA (Cuento Infantil)


















En un claro del bosque de Notepierdas, vivía la bruja Berlina. Como siempre estaba enojada, ni los duendes, ni los pájaros, ni los niños se le acercaban. Además, la gente contaba que a las brujas les gusta comerse a los chicos. Ellos ponían cuidado en no llegar hasta su casa, correteaban por el bosque, juntaban leña, frutos y ramas para hacer adornos, y cuando se cansaban, volvían alegremente a sus hogares cantando:
¡La bruja Berlina, se tragó una espina, por eso es que tiene, cara de sardina!...y se reían muchísimo.
Berlina, que los espiaba por una ventana, se ponía furiosa y le decía a su cuervo que se llamaba Dañino: "¡Ya se acercarán! ¡Ya se acercarán! ¡Y entonces, Dañiño, entonces verán!"
Los chicos seguían cantando y aunque se iban alejando, todavía podía escucharse:
¡Berlna, Berlina, cara de sardina! ¡La espina, la espina, está en tu barriga!"
¡Ay! ¡Qué rabia le daba a la bruja! ¡Cada día se ponía más enojada!
Una tarde dijo: "¡Tengo que hacer algo para que se aproximen a mi casa!

Pensó, pensó...y después de mucho rato, se dijo que lo mejor sería cambiarse el aspecto. Se miró al espejo. Vio su bonete oscuro, su vestido negro, sus pelos amarillos, esa cara arrugada, los ojos rojos, la enorme narizota...sus enormes zapatones puntiagudos...y pensó ¡No sé por qué se asustan de mí !...¡Si soy perfecta!

Sin embargo, comprendió que si bien sobre gustos nadie tiene la verdad, a los chicos los atraen las personas con caras amenas, narices armoniosas, cabellos prolijos, zapatos pequeños...y voces suaves..."¡Un asco!" dijo la bruja.

Berlina sintió que de todos modos, era más fuerte su deseo de atraer a los chicos para castigarlos, que sus ganas de seguir siendo como era.

Además quería saber cómo sería eso de comerse a un chico...que para ser una bruja completa, por lo menos había que probar con uno.

Decidió sacrificarse. "¿Pero, por dónde empezar?" dijo con su voz de bruja preocupada, "¡Por el principio!" le contestó el cuervo Dañiño, "¡Mmmm, tienes razón!" opinó Berlina! ¿Pero cuál es el principio?"..."¡Camina, camina, hasta la Fuente Ondina!" dijo el cuervo y metió la cabeza entre las plumas.

"¡Es cierto! dijo la bruja "¡Junto a la Fuente Ondina vive el brujo Patatrás, que es el brujo más brujo de todos los brujos!" Y no pudo reprimir una larga carcajada de satisfacción ¡Ji,ji, ji, ji,. ji!¡ji!

(Lo que Berlina no sabía era que Patatrás no era un brujo malo) Pero bueno, buscó su escoba, montó en ella y le ordenó: "¡A la Fuente Ondina!"

La escoba, que era un poco sorda, pero muy obediente, hizo unos ruidos para arrancar: ¡Rooom! ¡Roooom!...Después levantó vuelo y ¡Sshhssssss!, inició el viaje. Voló, voló sobre las copas de los árboles, los techados, los lagos y los volcanes...y cuando se cansó, hizo: ¡Puf! y aterrizó.

Berlina empezó a mirar hacia todos lados, pero la Fuente Ondina no aparecía. Como estaba muy apurada, se trepó a un árbol muy muy alto, en cuyas ramas se aposentaban diminutas casitas de colores. Eran las casitas de Los Duendes Coloreados ¡Pum! ¡Pum! Golpeó en una ¡Pum! ¡Pum! Golpeó en otra, y en otra y en otra más...pero no salió nadie.

Berlina se enojó: "Dónde están los habitantes de este árbol?" gritó. Pero no obtuvo resuesta.

La bruja se enojó más todavía y empezó a reclamar: "¿Se puede saber dónde están, pequeños pelafustanes?"

Un pajarito que andaba por ahí le dijo: ¡No busques Berlina, la fiesta empezó, y todos los duendes jugaron al sol!"

"¡Qué es esta tontería!" Se enfureció Berlina. El pajarito le dijo, mientrasse alejaba apurado: "¡Berlina, Berlina, si quieres saber, busca el buen camino para comprender!"...y desapareció.

Berlina quedó perpleja "¿De qué buen camino me habla este pajarito tonto?"

La escoba, que hasta ahora no había dicho nada, le contestó: "¡Mágico es el camino, que pone a la gente linda, si tú no encuentras la Fuente, deberás cruzar el puente!"

¡Qué rabia le dio a la bruja! Enseguida se puso a buscar el puente. Por el sonido del río se fue orientando, hasta que lo vio: "¡Ah!" dijo "¡Ahí está!" Y se dispuso a cruzarlo. "¡A lo mejor, del otro lado está la Fuente Ondina!" pensó.

Una vez que lo hubo atravesado, se encontró en un jardín lleno de flores, pájaros de hermosos plumajes, caminos de piedritas de colores que resplandecían al sol y lindísimos arcos iris.

A la bruja todo eso le pareció horrible "¡Lo que yo digo!" rezongó "¡Sobre gustos, nadie puede opinar!"..."Eiiii!" empezó a gritar "¿Alguien puede decirme dónde está la Fuente Ondina?" "¡Eiiii!"...¿Dónde está el camino mágico?"...

Tanto gritó, que los pájaros desaparecieron...y el sol se escondió detrás de una nube ...Todo se puso ogris..."Bue! ¡Esto está mejor!" pensó Berlina y siguió caminando.

Por un caminito y por otro caminito, despacio, despacito...llegó hasta una linda casita. Como no veía a nadie golpeó. No tardó en abrir un anciano de barba muy larga "¿Qué buscas, Berlina?" le preguntó. La bruja, sin notar que conocía su nombre, le explicó con malos modales, que buscaba la Fuente Ondina y al brujo Patatrás y no terminó de decirle lo de Patatrás, porque el anciano se apuró a contestarle: "¡No busques Berlina, al gran Patatrás, lo tienes delante y no lo verás!"

"¡Ah, nooo!" chilló la bruja "¿Con que no lo veré!" ¡Eso es lo que crees!" y se fue sin despedirse.

Después se sentó debajo de un árbol y como estaba muuuy cansada, se quedó dormida. No tardó en entrar en el Reino de los Sueños. "Bueno", se dijo "Tal vez aquí encuentre a Patatrás"...y se acomodó mejor.

Soñó que volaba montana en su escoba
y que una paloma sin par la guiaba.
Soñó que llegaba al fin a la Fuente
y que allí la gente bailaba polquín.
La bruja asustada se puso a pensar,
"Si cantan y bailan, festejo tendrán.
¿Pero qué festejan?
¿Por qué tan contentos?"
Se dijo mirando las flores y el viento.
"Es que cada uno se ha puesto muy lindo.
dijo correteando un fiel conejito.
"¿Qué pone contentos en tales momentos?
preguntó Berlina, con voz de sordina.
"Los pone contentos saberse bonitos
y lo consiguieron por ser muy buenitos...Dijo el conejo.

Eso fue tan desagradable para Berlina, que se despertó gruñendo: "¡Versitos! ¡Versitos! ¡Ser tan buenitos! ¡Bah! ¡Bah! ¡Bah! ¡Encima habla como un nenito!...¡Aj!" dijo y se levantó.

Enseguida volvió a la casita del anciano. "¿Qué deseas ahora?" preguntó el hombre "¿No te he dicho que quiero encontrar la Fuente Ondina?"..."La Fuente Ondina está en todas partes" dijo el viejito "¿En todas partes?" se asombró la bruja "¡Claro, en todas partes y en ninguna parter!" afirmó el hombre..."Está donde uno quiere"...

Berlina no entendía nada. La cosa se ponía cada vez más complicada. Empezaré de nuevo.
pensó, y dijo: "Lo que yo quiero es cambiar...miii...aspecto...ser...ser... lo que los tontos consideran linda" "¡Hubieras empezado por ahí! ¡Pasa, pasa!...¿Así que quieres ser, lo que los tontos llaman 'linda' "¡Sí, porque los tontos me tienen miedo y no se me acercan!" dijo la bruja enojada.
"¡Bueno, te daré a beber una jarra de jugo transformador"

¡No tengo que decir que la bruja se lo tomó todo de una vez y sin respirar!...

Y de repente...empezó a moverse como un lavarropas descompuesto! ¡Brooommm! ¡Requetebrooommm!...Después empezó a maullar como un gato furioso: ¡Mirraumirramiau! Enseguida se quedó tiesa, hizo dos hipos tremendos y empezó a transformarse...poco a poco, de a poquito...¡en una hermosa princesa!

Cuando estuvo lista se miró al espejo. "Buen!" dijo "No está mal. Ya no me tendrán miedo y entonces....¡ji! ¡ji! ¡ji! ¡ji! ¡ji!"

Y sin agradecer ni nada al buen anciano, salió en busca de su escoba. "¡Escucha Berlina! la llamó el hombre "¡No sirve de nada un lindo exterior, si no llevas dentro un poco de amor!"
Pero Berlina no lo atendió.

Volvió a Notepierdas. Salió a dar un paseo y engañó a los chicos diciéndoles: ¡"La Bruja Berlina, por fin se mudó! ¡Ahora en su casa, la que vive soy!"

¡Qué contentos se pusieron los chicos! Como perdieron el miedo, jugaron en su jardín, juntaron flores para regalarle a la nueva vecina y le cantaron hermosas canciones.

Un día pasó el rey y al verla tan bonita se enamoró. A Berlina también le gustó el rey...pero sus malas intenciones no mejoraban.

La verdad es que no podía con su genio. Se comía las flores. Les ponía piedras a los chicos para que se lastimaran. Los hacía asustar con aullidos de lobo...y esperaba el momento de comerse alguno.

Y así fue como poco a poco, cada vez que hacía una maldad, iba perdiendo la belleza y se volvía otra vez tan fea como había sido.

Cuando los chicos se dieron cuenta ¡Uy! ¡Qué revuelo! "¡Volvió la bruja Berlina!" dijeron ¡Se fueron corriendo...y no volvieron a acercarse a ese lugar del bosque!
Lo cierto es que el rey tampoco volvió más. Las flores se marchitaron. El cuervo Dañino se aburrió de tanto silencio, salió por la ventana y no regresó nunca. Hasta la escoba, que estaba vieja, se cansó y no quiso volar más.
¡La cosa estaba peor que al principio!

Berlina salió en busca del anciano, para que que otra vez le diera a beber jugo transformador.

En el bosque encontró un incendio y como estaba muy apurada, se puso a ayudar a apagarlo. Los leñadores se pusieron tan contentos, que se lo agradecieron con un abrazo...a Berlina le gustó eso...y de pronto se le achicó la nariz ¡Plink!

Después encontró un nido caído donde lloraban dos pichones. Berlina sintió compasión, pero dijo. "¡Bah, tanto ruido por nada!" pero lo recogió y colocó en su rama. Los pájaros se lo agradecieron cantando...a Berlina esto la emocionó...Y ahí fue cuando se le puso el cabello hermoso Plank!

Más adelante un zorro prisionero en una trampa "¡Por favor señora, suélteme!" pidió el animalito "La verdad" pensó Berlina "Tiene derecho a ser libre"... para que no se notara lo que pensó dijo: "Ufa!" pero lo soltó. El zorro lloró de gratitud. Berlina se sintió muuuy bien.

Y tantas cosas buenas hizo por el camino, que cuando llegó a la casa del anciano, era otra vez tan hermosa, que ni ella se reconocía.

"¡Qué viaje inútil!" pensó...pero se sentía feliz y enseguida se volvió, pensando que a lo mejor el rey volvería a visitarla...y que quizá los chicos la querrían otra vez...porque la verdad era que los estaba extrañando...y soltó una lagrimita.

El viejo, que no era otro que el brujo Patatrás, la vio marcharse y dijo riendo. "¡No sirve de nada un lindo exterior, si no llevas dentro un poco de amor"

Desde entonces, Berlina, que se casó con el rey, vive en el palacio real. Los chicos juegan todos los días en el bosque de Notepierdas... y siempre cantan:

" Aquí vivía la bruja berlina
que haciéndose buena,
se volvió divina"

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